martes, 28 de enero de 2014

Qué hacer en Cesky Krumlov: Rafting nocturno

Imagen de: http://www.expedicion.cz/
Cesky Krumlov es un encantador pueblo al sur de la República Checa. Su centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad se ha conservado con pocas alteraciones a lo largo de los siglos y su castillo es el uno de los más importantes del país. Por todo ello, a pesar de ser pequeña este pueblo a las orillas del río Moldava en la parte sur de Bohemia atrae cada vez más viajeros curiosos por callejear entre casas medievales y disfrutar de bonitas vistas. Sin embargo, además de todo lo mencionado, hoy vengo a recomendar una actividad quizá menos conocida que la ciudad ofrece: rafting nocturno. Ah, y atención a mi experiencia surrealista.

¿DÓNDE ESTÁ CESKY KRUMLOV EXACTAMENTE?
Ahí
Es fácil llegar desde Praga (el bus tarda tres horas y vale 7'30€, más info aquí), de hecho mucha gente opta por hacer una excursión de un día desde la capital a Cesky Krumlov. Otras ciudades cercanas, tal y como se ve en el mapa, son Linz y Ceske Budejovice. 


DETALLES DEL RAFTING
Punto de partida: Soukenická 33, 381 01 Český Krumlov (una pequeña plaza, haz click sobre la dirección para más detalles).
Hora: 21:00 (o eso dicen, preguntadlo bien en el mail de reserva).
Fechas: no lo pone en la web, pero supongo que solo en verano, de mayo a septiembre. 
Duración: unas dos horas en total.
Precio: 300CZK, unos 11€ por persona. Todo el material, los traslados y los guías están incluidos. 
Conocimiento previo: no es necesario.
Mail de reserva: expedicion@centrum.cz
Página web: para más información haz click aquí.


CZECH HORROR STORY
¿Os suena la peli Hostel? No la he visto, pero sé que se trata de una saga de películas de terror que fueron rodadas en Cesky Krumlov. Por eso, antes de ir a Cesky con unas amigas bromeábamos sobre el hecho de que seguro que vivíamos alguna experiencia de peli de terror en el hostal. Muy mal encaminadas no íbamos, un episodio del viaje sí fue de peli de miedo (para nosotras en el momento, porque desde fuera tuvo que parecer una comedia en toda regla). 
Llegamos tan felices a la estación de buses desde Praga y tras dar mucha vuelta conseguimos dar con el albergue que habíamos reservado. Dimos una tranquila vuelta por el pueblo, compramos comida, entramos en tiendas, etc. Todo normal. Poco duraría. De momento pongo un par de fotos de la parte feliciana y pacífica del día.



Al haber realizado la reserva del rafting nocturno lo ponía bien claro en el mail: 20:45 en la oficina del centro. Ahí estábamos a la hora acordada y en el lugar acordado, pero nadie se disgnó a aparecer. Se han olvidado de nosotras, pensamos. Teníamos el número de teléfono, llamamos y el supuesto guía suelta "ah, el rafting era a las ocho, ya ha acabado, pero ahora vamos a por vosotras". WTF? Ni siquiera sé qué parte de la frase es más WTF: que nos dijeran mal la hora al reservar o que fueran a venir así improvisadamente a recogernos. Para nosotras mejor, pensamos, nos hacía ilusión el rafting.

Llegaron los dos "guías" (a partir de ahora entre comillas, ya veréis por qué) en una furgoneta blanca y como si nada nos recogieron. Alucinamos un poco bastante con el panorama pero subimos a la furgo, aunque no entendíamos por qué íbamos en furgoneta si el rafting era en la parte del río Moldava que pasa por la ciudad. Serán dos minutos de trayecto. Mal. Muy mal pensado. Empezaron a conducir monte arriba riéndose con nuestras caras de WTF. Cabe mencionar que no se veía un carajo fuera y que te llevasen cuesta arriba era inquietante teniendo en cuenta que todo lo subido habría que bajarlo después. Bajarlo en raft. Con corriente. De noche. 

Nos tranquilizamos al ver que uno de los "guías" simplemente cogía el material en una cabaña en el monte y conducíamos de nuevo hacia el pueblo. Pero pecamos de inocentes, estábamos fuera del horario normal del rafting y a los pseudoguías esos no se les ocurrió otra cosa que echar el raft al agua cual saco de patatas, decirnos que dejáramos nuestras pertenencias en un bidón, hacer que nos sentáramos en la barca y mandarnos río abajo mientras gritaban "si veis corriente, ¡siempre por la izquierda!".

Si al menos hubiésemos tenido luz estaríamos así. Pero no, ni eso había.
El cuadro era bonito: era de noche, ninguna tenía la más remota idea de cómo controlar aquello, no sabíamos cómo de fuertes eran las corrientes, tampoco si había piedras (aunque las hubiera tampoco es que pudiésemos verlas, pero bueno), ni siquiera hasta dónde teníamos que remar para que nos recogiesen. O sea, que perfectamente podíamos ir río abajo más allá del pueblo y acabar en un bosque de la Bohemia profunda. Que no cunda el pánico, dijimos. Qué mentira más cochina acabo de decir. El pánico cundió, pero bien cundido además. 


Nos organizamos para remar a base de gritos y gestos. No exagero cuando digo que tardamos cinco minutos para empezar a avanzar dignamente, así os podéis hacer a la idea de nuestra increíble destreza remera. Tras haber remado sido arrastradas por la corriente unos metros empezamos a notar que se acerca el primer rápido. Digo notar porque ya sabéis que ver, lo que es ver, el morro del barco y poco más. Desesperadamente remamos hacia la izquierda del río tal y como el eficiente guía nos había indicado para darnos cuenta de que los supuestos rápidos son rampas preparadas para el paso de rafts. 

Entonces la corriente dejó de ser problema, pero nuevos enemigos aparecieron: las piedras y los borrachos. Así es, había que dirigir bien el barco para entrar en la rampa para no destrozar el raft pasando por encima de todas las piedras, y por si fuera poco, había borrachos ambulantes que nos invadían la barca cuando paramos para explorar el terreno.


No hace falta que diga que esa noche alcanzamos nuestro momento álgido de lamentabilidad, por mucho que lo piense creo que no se podía dar más pena ahí. Aunque parezca mentira salimos vivas de ahí (como prueba, estoy escribiendo esto ahora), volvimos a encontrar a nuestros guías -vale, miento de nuevo, nos encontraron ellos- y empezamos a reírnos del show que habíamos montado.
A día de hoy aún me pregunto cómo puede alguien perder un porcentaje tan alto de dignidad en tan poco tiempo, pero lo cierto es que recomiendo la experiencia. ¿Alguna piedra me dio en la cabeza y no sé lo que digo? No, va en serio, aún sigo riéndome de aquella noche de peli de terror, en realidad el río está muy bien preparado y lo que nos asustó fue no saber lo que nos encontraríamos. Pero si habéis leído esta entrada sabéis lo que hay, así que no hay excusa para no probar el rafting nocturno en el río Moldava.

1 comentario:

  1. Tiene que estar chulo practicar rafting de noche, lo que me parece increíble es que os echaran al agua sin guía, aunque por el precio 11€ tampoco se puede pedir mucho claro.

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