miércoles, 26 de marzo de 2014

DIARIO: Inter-Rail 2014, día 3 - Berlin y Potsdam


He aquí el tercer día de viaje, en el que terminamos de ver las atracciones más significativas de la capital alemana y aprovechamos para hacer una escapada a la capital de Brandenburgo, Potsdam. Sus ya conocidos palacios y jardines han sido frecuentemente comparados con los de Versalles en Francia, y aunque a una escala menor, no cabe duda de que los palacios de Potsdam cuentan con mucho encanto y que una excursión bien merece la pena.



Una vez más fracasa nuestro intento de salir pronto de casa. Lo más lamentable es que nos levantamos a las ocho, pero por misterios no resueltos de la vida (o porque somos unos lentos y nos entretenemos con todo, según se quiera ver) salimos a las once de casa. Y es que el wifi es un amigo cruel a veces, te pones a ver vídeos y te apalancas. En fin, la cosa es que perdemos toda la mañana a lo tonto y nos ponemos de camino a la Siegessäule por fin. 

Esta columna comenzó a construirse con el objetivo de conmemorar la victoria de Prusia en alianza con el Imperio austríaco contra Dinamarca en la Guerra de los Ducados de 1864 (¿Wikipedia? ¿Yo? Nah), pero como Prusia se metió en tantísimas guerras la columna acabó conmemorando unas cuantas. Fue trasladada a su ubicación actual en la Alemania Nazi, por lo que casi fue destruida después de la Segunda Guerra Mundial.

Para llegar a la Siegessäule tomamos el metro hasta la estación Hansaplatz de la línea U9 (también vale la estación Tiergarten de la S-Bahn). Esta vez tenemos que comprar un billete un poco más caro (16'70€), ya que queremos ir a Potsdam y necesitamos un ticket válido en las zonas ABC. 

Hay cuatro entradas a los pasos subterráneos que hay que cruzar para llegar a la columna, es similar al Arco del Triunfo en París, es una gran rotonda y buena suerte si se te ocurre cruzar la calle directamente. 

Saliendo del túnel

En los pasadizos nos entretuvimos un rato también con unos sensores graciosos que hay en algunas paredes. Si pasas por delante de ellos tu silueta con pequeñas luces se proyecta en la pared de enfrente, ideal para hacer perder el tiempo a turistas pardillos. 

Extremo superior

Cruzamos Tiergarten, el enorme parque en el centro de Berlin. Tiene su encanto en invierno, pero supongo que ni comparación con lo que debe ser en verano, todo verde con flores y mejor tiempo. 

Tiergarten

Caminando por el parque (en el cual los árboles están numerados, como en toda la ciudad, según tengo entendido) llegamos al Memorial de Guerra Soviético, una "cosa" (realmente no sé cómo llamarlo xD) enorme con una estatua de un soldado encima y varios tanques enfrente. Paramos un rato ahí, los chicos se hacen las fotos de rigor encima de los tanques y seguimos para la Puerta de Brandenburgo una vez más, queremos ver el Monumento del Holocausto con más tranquilidad.

Memorial

Brandenburger Tor, foto número 784865746535647896941

Monumento al Holocausto
Una vez visto bien el Monumento buscamos algún sitio para que nos pongan algo barato para llevar. Sí, somos listísimos, buscamos comida barata en pleno centro de la capital de un país, justo al lado de la Puerta de Brandenburgo y el hotel Adlon, uno de los más caros de la ciudad. Contra todo pronóstico damos con un restaurante que vende pizzas y ese tipo de cosas a un precio asequible, así que nos hacemos con dos pizzas y dos raciones de patatas y vamos al metro. La intención es comer durante el trayecto. Al principio nos da un poco de corte abrir unas pizzas y ponernos a comer vagabundamente en un vagón de metro, pero viendo que en Berlin casi nadie te va a mirar demasiado mal aunque lleves un florero decorado con brillantina y con un girasol de medio metro en la cabeza, abrimos las cajas y disfrutamos de la comida. De esto no hay fotos, por desgracia. 

Llegamos a Potsdam al cabo de media hora y ya en la estación caemos en la tentación de comprar un helado. Yo de stracciatella. Echamos a andar confiando en mi memoria. La cosa es que yo ya había estado en Berlin y Potsdam hace casi tres años y tenía una mínima esperanza de saber llegar a los palacios. ¿El problema? Que la última vez nos perdimos. Total, que acabamos siguiendo las señales y llegamos en un tiempo digno a la calle más comercial, donde una vez más nos entretenemos con las chorradillas que venden ahí.

Quedó oscurilla la foto, pero es la única que tengo

Después de comparar el precio de postales de la mitad de los establecimientos de la calle nos dirigimos al Park Sanssouci, el denominado Versalles alemán. No tiene comparación con Versalles aunque sigue siendo precioso y lo encontramos con poca gente, así que es realmente agradable pasear entre palacios. Sin embargo, mi recomendación es visitar el parque en verano, en invierno tapan todas las fuentes y estatuas, además de retirar las flores. Con esto no quiero decir que en invierno no merezca la pena, pero a decir verdad pierde mucho.

Schloss Sanssouci, también conocido como mi futura casa

El gusto por la música de Federico el Grande puede verse aquí

Las ventanas de mi futuro salón y mi dormitorio

El palacio que acabo de mostrar, Sanssouci ("sin preocupaciones", en francés), fue la residencia de verano de Federico II el Grande, adonde iba a relajarse y a desconectar del ajetreo de la ciudad. Se habrá notado que es el que más me gusta del parque, de hecho cuando sea rica (de aquí a unos cinco o seis años, calculo xD) lo compraré y viviré ahí. 

Cruzamos el parque entero disfutando de las vistas, vemos el molino a lo lejos, otro palacio cuyo nombre no sé, la Orangerie, el salón de té chino y por último el Neues Palais, el más grande de todos. Éste último tenía muchas esculturas y adornos barrocos de los que me gustan, saqué mil y una fotos. Soy fan de lo barroco. 

Salón de té chino

Estatua china en edificio chino

Por cierto, en este salón nada más llegar nosotros saltó una alarma, nos sentimos más delincuentes aún que cuando nos hicieron pasar por el detector de metales en el Reichstag. La muy asquerosa paraba de sonar para luego volver a empezar, seguro que algún crío hizo la gracia de acercarse mucho a algo o no sé... juro que no robamos nada.

Orangerie

Neues Palais, el día que me lo encuentre sin obras echaré confetti en el jardín de enfrente. Y me echarán de la ciudad.

Farola con estatuas

Más cosas barrocas

Ya se nos hace de noche (culpa nuestra por haber ido tan tarde) y decidimos coger el bus a la estación de trenes, de donde sale la S-Bahn al centro de Berlin. Esto es todo un reto, ya que son las seis y a las siete y media queremos ver La Traviata en el teatro Schiller en Berlin. Que no cunda el pánico, ya sabemos qué bus nos lleva a la estación. Peeeeeero (siempre tiene que haber uno) ni idea de dónde está la estación. Está oscureciendo y decidimos aprovechar los últimos momentos de luz (suena super trágico) para dar con alguna carretera con pinta de tener paradas de autobuses. Como no hay nadie a quien preguntar vamos un poco a la deriva, pero al final divisamos la celestial señal amarilla con una H verde que indica las paradas de bus en Alemania.




El bus tarda lo suyo en llegar porque hace más paradas que yo qué se, lo cual deriva en que perdemos el tren que pensábamos coger. Aprovechamos los 20 min de tiempo de espera para comprarnos una Currywurst para cenar. Por desgracia, las entradas ya se han vendido todas para cuando llegamos al teatro, así que nos quedamos sin obra. La cosa es que las entradas que no se hayan vendido las ponen a la venta por 10€ para estudiantes y quisimos aprovecharlas (las normales valían de 44€ para arriba), pero claro, te arriesgas a que no quede ninguna. 

No obstante, tenemos un plan B muy alternativo y que a nadie se le ocurriría jamás hacer: ir al Starbucks de la Potsdamer Platz. Aunque esta vez vamos con un propósito, y no me refiero a hacer fotos de postureo para Instagram. D había leído en internet que alguien, cuando le pidieron que diese un nombre para llamarle cuando su pedido estuviese listo, dijo Lord Voldemort, y que el dependiente lo llamó por "quien-no-debe-ser-nombrado" al sacar las bebidas. No podemos resistirnos a probarlo (tenemos un nivel de frikismo importante como veis) y entramos al establecimiento con sonrisas maléficas. 

Como hablo alemán me utilizan de cabeza de turco para pedir las bebidas y casi muero de vergüenza cuando me dieron el rotulador para que escribiese mi nombre en el vaso (tengo un nombre que a los alemanes les cuesta entender). Mis amigos me dan codazos en plan de "como no lo escribas te matamos" y yo, roja como un tomate, lo escribo y se lo doy al chico del mostrador, el cual mira el vaso sorprendido, lee el nombre para sí mismo y se encoge de hombros. 

EL vaso

Pero nuestro intento no obtiene los frutos deseados, no sé si alguien no quería leer el nombre en alto o ya se ha perdido la noble costumbre de llamar a los clientes haciendo saber a todo el mundo lo que has pedido, pero la cuestión es que no dicen nada y vamos a nuestra mesa decepcionados. Otra vez será. 

D lleva todo el día proponiendo que como hay que madrugar mucho al día siguiente para ir al aeropuerto, no durmamos esa noche y que pusiéramos una peli o algo. Al final esto se acaba cumpliendo a medias, lo cual hace que me arrepienta dos días más tarde, tras dos noches sin apenas pegar ojo.



Gastos por persona: 37'4€
Ticket del metro: 4'20€
Comida: 6€
Helado: 1€
Baño en Potsdam: 0'70€ + mis principios
Currywurst: 3'5€
Cosas varias en el Starbucks: 7€
Apartamento: 15€ 



2 comentarios:

  1. Mmmmmm, te me has adelantado por poco :), la verdad es que Postdam es increíble, los palacios, los jardines, puedes estar tumbado durante todo el día observando el mundo a tu alrededor... En fin, en pocos días yo también llego a Postdam en mi cuaderno de viaje, espero que no sea muy repetitivo jaja +1

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  2. Envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia, envidia.
    Creo que voy a dejar de seguir tu blog solo por evitar una muerte por envidia insana aguda. Bueno, no, que me río mucho con tus historias y soy fan incondicional de tus fotos, todo hay que decirlo.

    Bromas a parte, después de leer estas entradas de Berlín mis ganas de ir ahí se han multiplicado por mil. Puedo prometer y prometo que en cuanto mi cuenta bancaria lo permita iré. Y además, un tiempo decente para verlo todo todo. He dicho.

    Pensaba responderte a tu comentario en mi blog, pero luego pensé "¿es que alguien lee las respuestas de los comentarios?". Yo sí, cuando me acuerdo xD Por eso te contesto por aquí, para llenarte la entrada de comentarios y porque sé que sí que lo verás y no te escaparás de leerme (muajajaja).

    Los floreros que "hicieron" mis peques (y lo pongo entre comillas porque al final, entre el "Patri, que esto no me sale" y el "Patri, hazlo tú que si no no queda bonito" hay más trabajo mío que suyo, pero bueno...) todavía siguen en el salón, así que creo que a la madre le gustaron un poquito o que no quiere herir mis sentimientos y tirarlos ya a la basura jajaja El artista de la familia es mi ojito derecho, el tocayo de tu mediano, que dibuja unos trenes que para qué. De aquí al museo del Prado, ya verás :P

    Y bueno, nadie mejor que tú para decirme lo que se siente al dejar a la familia. A veces lo pienso y me parece que queda muchísimo todavía y otras parece que no quede nada... Pero como sabiamente dijo Mufasa así es el ciclo de la vida.

    Todavía tengo mucho que planear del viaje de Semana Santa. No sé cómo hacerlo para perder el mínimo tiempo posible entre viaje y viaje y poder verlo relativamente todo. Creo que al final prescindiré de Heidelberg, pero no sé, no sé... Tengo que pensarlo todo bien bien. De todas formas, si para esas fechas no tienes que trabajar/estudiar/bucar trabajo/hacer otro viaje mil veces más maravilloso y bien planeado sabes que nunca viene mal algo de compañía. ¡Eso sí, nada de McDonalds! Jajaja

    En fin, dejo de escribir ya que al final esto se va a hacer más largo que la entrada xD

    Un beso, bonica! :)

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