miércoles, 23 de julio de 2014

DIARIO: Inter-Rail 2014, día 5: Bratislava y bus a Budapest


Tras una larga pausa sigo con mi diario de viaje del Inter-Rail realizado en marzo de 2014. Después de que mis amigos me abandonaran en Berlín dejé la capital alemana en un nocturno para abordar un país nuevo para mí: Eslovaquia. No me gusta entrar en un país y ver solo la capital, pero no me quedó otra opción esta vez, ya que iba justa de tiempo y de dinero (creo que ésta última es la frase que más habré escrito en el blog hasta la fecha). Aquí tenéis la continuación del diario:




Lo primero que hago al llegar a Bratislava es deshacerme de mi mochila. Más adelante en el viaje descubriré que "solo" pesa 12kg, pero soy incapaz de cargar con ella durante toda la mañana de turismeo. La taquilla me cuesta 2€ por 24h, y nada más deshacerme del mochilón saco un chocolate caliente de una máquina y me lo tomo sentada en la sala de espera. Son aún las cinco y media de la mañana y las calles ni están puestas, de modo que decido hacer un poco de tiempo en la estación y luego tirar para el centro. La sala de espera tiene wifi gratis y aprovecho para tranquilizar a mis padres diciéndoles que no me han devorado en el tren y que he llegado sana y salva a Bratislava. 

Pusieron el cartel para mí y lo sabéis
A eso de las seis y poco me pongo en marcha, un poco de mal humor a decir verdad. Este fue el momento bajo del viaje, el momento en el que dices "¿quién me manda a mí a estar sola en una estación a las seis de la mañana?". Y es que había pasado tres días en Berlin con mis amigos riéndonos prácticamente todo el día y recordando viejos tiempos (hablo como una anciana xD), y se repente encontrarme sola sin haber dormido dignamente por dos noches fue algo deprimente. Más tarde resultó que con dormir se me fue toda la mala leche.

Salgo de la estación para mirar la frecuencia de buses a la estación de autobuses, hay conexiones directas cada 12 minutos así que ningún problema. Ahora mi misión es encontrar el centro, sé que hay que ir para abajo más o menos en línea recta pero por si acaso decido preguntar por el camino exacto, no vaya a ser que me pierda ya desde el primer momento de madrugada. Me acerco a un señor y pregunto "city center?". No me entiende. "Zentrum?", digo con cara de circunstancia, pensando que tal vez entienda mejor el alemán por la proximidad de la frontera con Austria. Parece ser que eso sí lo entiende, pero al buen hombre no se le ocurre otra cosa que soltar una carcajada en mi cara, como si le estuviese preguntando por una tienda de ositos de gominola a lo alto de una lejana montaña. Levanta el brazo y señala al frente mientras murmura algo. Sigue sin quedarme claro por qué calle bajar, pero viendo que al individuo este poca información le voy a sacar, echo a caminar cuesta abajo con la esperanza de encontrarme con alguna señal.

Cruzo un paso por encima de una carretera y me encuentro al principio de una larga avenida con toda la pinta de llegar al centro. Tras diez minutos a pie diviso a lo lejos el Palacio Presidencial, señal de que voy por buen camino.

De estilo rococó, este palacio fue construido en el siglo XVIII para el conde Anton Grasalkoviè como palacio de verano y sirvió de punto de encuentro de la nobleza húngara. Durante los anos 1939 y 1945 fue ya sede de la presidencia y en la actualidad, tras su restauración hace unos años, vuelve a ser la sede del Presidente de la República Eslovaca.

Palacio Presidencial

Por lo que leo ahora en internet la entrada a los jardines es libre. Anda que me informé yo antes de ir y no sé por qué se me metió en la cabeza que no se podía entrar. He visto un par de fotos y tienen muy buena pinta:

Fuente: Google

Sigo bajando hacia lo que parece una zona más antigua de la ciudad. Callejeando por sus estrechas y tranquilas calles llego a la Puerta de San Miguel, antigua entrada a la ciudad. Dentro de la puerta me llamó la atención el km 0, desde donde se miden las distancias en el país. Al otro lado de la puerta se sitúa el Puente de San Miguel, un pequeño y pintoresco puente con estatuas y rodeado de edificios barrocos. Esta zona recuerda un poco a Praga, pero en pequeño.

Km 0
Puerta de San Miguel
Puente de San Miguel
Estatua en el Puente

Vuelvo a cruzar el puente y continúo mi paseo por la parte vieja de la ciudad. Sigo por la calle Michalská, repleta de hoteles, tiendas y restaurantes, pero claro, como son las siete de la mañana nada ha abierto aún. De todas formas visitar una ciudad tan pronto, como sabéis, tiene una gran ventaja: apenas te encuentras a nadie en las calles. Disfruto con calma de la calle y sus edificios hasta llegar a Hlavné námestie, la plaza principal.

Calle Michalská
Hlavné námestie

Mi próxima parada fue la catedral de San Martín, una de las más antiguas de la ciudad y conocida por haber presenciado las coronaciones del Reino de Hungría entre 1563 y 1830. De hecho, la torre de la catedral está rematada con una réplica de la corona del Reino de Hungría.

Catedral de San Martín

Farol raro delante de la catedral

Pensando que no me da tiempo de subir al castillo (mi autobús sale a las 11:15) decido explorar las orillas del Danubio y el centro. Luego resulta que el centro no tiene demasiado para ver y me quedo deambulando por ahí, pero bueno, siempre podré volver y subir.

Una de las calles del centro

Yendo hacia el Danubio

Rybné námestie

Llego a la orilla del Danubio y reconozco el famoso Novi Most, también llamado "Puente del Ovni" por la curiosa estructura en uno de sus lados. Conecta el centro de Bratislava con el barrio Petrzalka, aunque este segundo no tiene mucho para ver.

Novi Most

Dejo el puente para después y me dispongo a buscar la conocida Iglesia de Santa Elizabeth, también llamada Iglesia Azul, de estilo Art Nouveau. Encontrarla me lleva rato, me meto por un enorme boulevard que resulta que no lleva a ninguna parte digna de visitar, vuelvo sobre mis pasos, compro un extraño zumo en un super en una callejuela (super en el que pasé media hora comparando precios con Alemania cual abuela, para mi sorpresa algunas cosas no eran más baratas en Eslovaquia), sigo mi camino a lo loco sin mapa (a esas horas no consigo encontrar ninguna oficina de turismo abierta) hasta que por fin consigo dar con la iglesia. Una de dos, está escondidilla o mis dotes de orientación son nulas. Tengo la sospecha de que fue una combinación de ambos factores. 

Iglesia Azul

Vuelvo a la orilla del río y recorro el paseo paralelo a él (tiene wifi gratis por lo visto pero tengo el móvil apagado para ahorrar batería y no apetece encenderlo) hasta llegar de nuevo al Novi Most. Como me sobra tiempo decido cruzarlo, y al ver que no hay nada al otro lado vuelvo lentamente sobre mis pasos mientras disfruto de las vistas y hago fotos al Danubio.

Castillo de Bratislava

El Danubio azul (bueno, más o menos)

De vuelta en el centro me encuentro con una plaza que debe estar muy animada a horas más dignas, pero un lunes a las nueve de la mañana todo el mundo trabaja. En un extremo de dicha plaza (Hviezdoslavovo námestie) puede verse el Teatro Nacional (Slovenského národného divadla) junto con una pista de patinaje sobre hielo en invierno (pena que lo están desmontando ya y me quedo sin probarlo).

Hviezdoslavovo námestie

Estatua de Hans Christian Andersen

Teatro Nacional

Me adentro entre las callejuelas de la parte vieja con el objetivo de encontrar las estatuas del fotógrafo y el observador, pero por desgracia solo encuentro la del observador en la calle Laurinska, un hombrecillo asomado desde una alcantarilla observando a la gente que pasa. Mi intento de buscar al fotógrafo al menos dio sus frutos (no los esperados), ya que me topé con el convento de las Ursulinas y unos cuantos palacios en la parte trasera de la plaza principal.

El observador

Ayuntamiento y Primaciálny Palác

Volviendo a la estación

Compro un par de postales y voy volviendo tranquilamente a la estación. De camino me compro un trozo de pizza y unos dulces al parecer típicos de aquí por 1'50€ (así da gusto xD) y recojo mi mochila de la taquilla. Consigo hacerme con un billete para el bus y esperando que sea válido para el trayecto que quiero hacer (no veo por qué no debería serlo, pero revisores rancios hay en todas partes y una vez yendo a Füssen me llevé un susto) me subo al autobús urbano 210 que conecta la estación de trenes con la de buses.

Bratislava, a pesar de no tener tanto para ver como otras capitales europeas, me ha gustado por sus bonitos edificios y tranquilas calles, pero me gustaría volver a visitarla a horas dignas y habiendo dormido antes, puesto que me quedo con la sensación de que no la he disfrutado como debería haberlo hecho. 

El bus a Budapest llega 20 min tarde, al parecer viene desde Praga y se ha retrasado por el camino. Tengo la firme intención de dormir durante el trayecto, intención que mando a freír espárragos cuando veo que ¡echan The Big Bang Theory en el bus! Hay una pantalla detrás de cada asiento y puedes elegir entre varias pelis y series, así que me paso las tres horas de viaje intentando no reírme muy alto con las locuras de Sheldon Cooper (digo... doctor Sheldon Cooper).



A pesar del retraso que traía el bus llegamos puntuales a Budapest. Aún es pronto para hacerme una impresión de la capital húngara porque lo único que se ve desde el bus son los enormes y grises bloques de la época comunista. Una vez en la estación de autobuses (estación de metro Népliget) me pongo a buscar una oficina de cambio, inocente de mí, pensaba que en la estación habría. Pues no. O bien no hay o si no mis nulas dotes de orientación vuelven a jugarme una mala pasada. Al cabo de quince minutos con la mochila a cuestas y arrastrando los pies por el cansancio tomo la decisión de sacar dinero en el cajero. No sé si me saldrá más caro o más barato, pero visto que en caso contrario me quedo sin comer y sin ticket de metro, me arriesgo y saco 15000 forints, unos 50€, (pensando que bastaría para dos días y medio en modo rata low cost. Pues no bastó, lo adelanto).

Compro ticket de metro (350ft, 1'1€ más o menos) y me bajo en Deak Ferenc tér, muy cerca de mi albergue y sin saber que era el centro-centro de Budapest. Sabía que la ubicación del hostal era buena, pero no me esperaba que tanto. Sin embargo, por muy cerca que esté mi hostal de allí me cuesta encontrarlo y me veo obligada a preguntar a varia gente (gente que no me entiende y a la que tuve que dar bastante pena ahí deambulando con mis ojeras y mi mochila xD). 

Al fin doy con el hostal porque el recepcionista estaba en la calle y me lo encuentro. No sé si por casualidad o me está esperando (le había dicho a qué hora llegaba, así que puede que lo segundo). Y menos mal, porque el hostal es una casa normal y corriente reformada y la señalización deja mucho que desear. Pago las tres noches en el momento y me lleva a mi cuarto, habitación de seis en la que dormimos tres personas, no está mal. 

Imaginad lo cansada que estoy en este punto que aún estando en una de las ciudades de mi ruta que más ilusión me hace visitar, hago algo que va en contra de mis principios: echar la siesta estando de viaje. Bueno, en la vida real tampoco lo hago, así que si estoy de viaje menos aún. No obstante, las dos noches sin dormir me han pasado factura física y anímicamente, de modo que decido esperar a la mañana siguiente para empezar a explorar Budapest. 

Duermo hasta la hora de la cena (lo que viene a ser las seis y media, vivir en Alemania se nota en cosas como ésta xD) y bajo a por la cena. Me hago con unos jogures en el super y un delicioso goulash de champis con patatas en un restaurante. Desde el momento en el que pruebo dicho plato me declaro fan de la cocina húngara, fue donde mejor comí con diferencia en todo el viaje.

Después de cenar estoy un rato con el móvil, leo, me ducho y me voy a dormir pronto para recuperar fuerzas. ¡Al día siguiente toca tour por Budapest!


Gastos por persona: 23'5€
Taquilla de la estación: 2€
Porción de pizza y dulces: 1'5€
Ticket de bus: 0'9€
Bus Bratislava - Budapest: 7'7€
Ticket metro: 1'1€
4 jogures: unos 1'5€ (me fui al super más caro de la ciudad por lo que veo)
Goulash de champis con patatas: 4€
Albergue: 4'8€



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